viernes, 14 de diciembre de 2007


El viernes se reinicia el juicio a Fujimori
La Sala Penal Especial decidió interrumpir la audiencia
por el fallecimiento del suegro del fiscal José Peláez



Durante el segundo día del juicio que se le sigue por violaciones a los derechos humanos, el ex presidente Alberto Fujimori, negó tajantemente tener conocimiento de la existencia del Grupo Colina a pesar de que el fiscal presentó pruebas que lo relacionarían con el escuadro de aniquilamiento.


Alberto Fujimori respondió este miércoles a su primer interrogatorio en la sede judicial de la Diroes en Ate Vitarte, y rechazó nuevamente los cargos formulados en su contra por el fiscal José Peláez Bardales. La Fiscalía Suprema acusa al ex jefe de Estados de ordenar al grupo Colina, comandado por Santiago Martín Rivas, cometer los asesinatos en Barrios Altos y La Cantuta.


Fujimori Fujimori afirmó que "nunca" tuvo conocimiento de la existencia del grupo paramilitar. En el interrogatorio, el ex mandatario también negó que haya sido amigo de su ex asesor Vladimiro Montesinos, y aseguró que solo tuvo con él una relación jerárquica y funcional, circunscrita a los temas de seguridad nacional.


A diferencia de la primera sesión del juicio, el lunes, cuando a gritos clamó su inocencia, Fujimori se mostró sereno pero locuaz, e hizo un recuento de cómo diseñó su política para luchar contra el grupo terrorista de Sendero Luminoso, que estaba en pleno apogeo a inicios de su Gobierno en 1990.


Pruebas y rechazos


Durante la audiencia, el fiscal José Peláez, hizo mostrar a Fujimori una carta de felicitación que firmó y envió en junio de 1991 a 10 miembros de las fuerzas armadas, de los cuales cuatro pertenecieron al grupo militar Colina.


Fujimori reconoció la carta y dijo que esos oficiales fueron felicitados por su aporte en el análisis de la lucha contra la subversión pero afirmó que no sabía que algunos pertenecieron después al escuadrón de la muerte.


La primera parte de la audiencia culminó minutos después del mediodía y se reinició pasadas las 3 p.m. Sin embrago, el magistrado César San Martín, presidente de la Sala Penal Especial, decidió suspender la sesión hasta el día viernes 14 de diciembre a las 9:30 a.m. Según indicó, la decisión fue adoptada debido al fallecimiento del suegro del fiscal Peláez, quien solicitó su retiro de la sala.




FUJIMORI: CHILLIDOS DE RATA
Cesar Hildebrant



El día en el que tuvo que presentar ante la prensa el programa político que no tenía, mandó a su esposa a decir que se había intoxicado con un bacalao imaginario. Cobarde del forro.

El día que el general Salinas Sedó quiso reponer algo de decencia en la política peruana intentando un golpe constitucional en contra del golpista nipón que mataba y robaba, se fue corriendo a refugiarse a la embajada del Japón, mientras uno de sus chacales (un generalito que ahora está preso) recibía la orden de matar a Salinas Sedó. Miserable congénito.

Cuando ya sabía que no iba a regresar (lo acaba de admitir su hija y compinche Keiko Fujimori a la cadena Telemundo), dijo que sólo se iba a una cita internacional de jefes de Estado en Brunei, cuando su plan de vuelo tenía como destino Tokio, ciudad a la que llegó con miles de kilos de misterioso equipaje, ciudad desde la que renunciaría a la presidencia de la República mandando un fax al Congreso de Martha Hildebrandt.

Este aquelarre de la indignidad peruana y nipona, esta antología binacional de la traición y la cobardía, este Alberto Fujimori que sólo puede asustar a alguien más cobarde que él (¿el juez César San Martín, por ejemplo?) quiso ayer hacerse con el escenario negando ante parte de sus secuaces lo que es evidente: que en un régimen de terror como el que él impuso –un régimen que produjo tres mil desapariciones y asesinatos espantosos como el de Mariella Barreto- quien da las órdenes sólo puede ser el caudillo, el capo, el dictador. Y eso es lo que él era.

Ante la timidez posiblemente arreglada del doctor San Martín, que decía “aquí mando yo” con la vocecita de una Barbie hablándole a Ken, la rata de albañal más pintoresca de nuestra historia republicana gritó su inocencia inverosímil y “rechazó” la acusación fiscal, como si no fuese el acusado que es, el incriminado que es, el justiciable que es y el extraditado que fue gracias a la corte suprema de Chile.
Y después de esos gritos inaceptables, la claque fujimorista haciendo lo suyo: barritas, aplausos, olas de admiración. De seguir así, al doctor San Martín habrá que preguntarle qué le han descubierto los equipos extorsivos del fujimorismo y de qué patraña se trata todo esto. No vaya a ser que la bazofia esté juzgando a la bazofia con la generosidad con la que las bazofias suelen tratarse entre sí, sí señor. No vaya a ser nomás.

Pero, en todo caso, a pesar del esfuerzo desplegado con la complicidad de la sala, el reo Fujimori no pudo evitar que la noticia más importante en torno a su prontuario se diese no en Lima sino en Washington, donde se reveló que un documento de la Agencia de Inteligencia de Defensa de los Estados Unidos (la DIA, no la CIA) dio plena cuenta, el 10 de junio de 1997, de la orden de Fujimori de no dejar tupacamaristas prisioneros en la operación de rescate llamada Chavín de Huántar.

El documento, en efecto, confirma la ejecución de Roli, el árabe, y de una subversiva muy joven que también se rindió sin intentar matar a los rehenes que tenía bajo sus órdenes. Ambos fueron llevados a la residencia y asesinados con disparos a la cabeza (Roli con una ráfaga, la muchacha con dos balas en la zona occipital). La orden de no dejar prisioneros que presentar ante la prensa mundial –y a los cuales hubiera podido sacárseles excelente información de inteligencia- sólo podía procedor de Fujimori, el machito alfa (cuando lo rodeaba un ejército de guardaespaldas) de la jauría.

Esta revelación, que sacudió todas las agencias de noticias, le aguó la fiesta de la impunidad a los rafos, las keikos y el tragicómico surtido de alimañas que ayer parecían felices antes de enterarse de lo del cable noticioso. Y más agua sobre la fiesta cayó cuando la misma fuente reveló la desclasificación, en los Estados Unidos también, de otro documento, de 29 páginas, que recogió el testimonio de un ex oficial del ejército peruano “que describe su papel en asesinatos, ataques con bombas, violaciones sexuales y torturas”.

Pero quien ha heredado la desfachatez de su padre, la señora Keiko, la que estudió en los Estados Unidos con dinero sucio de la mafia que su papi montó para hacer del Perú un muladar, la muy simpática y espero que multípara señora Keiko, la reina de RPP, la favorita de Raúl y del Chema, llegó a pedirle a San Martín más concesiones, nuevas licencias, mayor permisividad. No tengo duda de que el doctor San Martín lo estará pensando.

El Perú se juega el honor internacional en este juicio. Si los crímenes horrendos cometidos en el marco de una política de Estado impuesta por una dictadura, no conducen a un proporcional castigo, declarémonos, de una vez, un no-país, un simulacro de Estado, un aborto de República, un rancho con mojones fronterizos. Allí vivirán felices, para siempre, los rafos y las keikos. Y quizás ese tal San Martín, que, por lo pronto, necesita una personalizada declaración de independencia.
-Santiago Martin Rivas: Orden de matar "vino de arriba"

Fuente: La Republica del 25/09/2003



En un testimonio que, según se conoce, aparece en el libro "Ojo por ojo", del periodista Umberto Jara, el mayor EP (r) Santiago Martin Rivas, ex jefe operativo del grupo Colina, señala por primera vez la responsabilidad del ex presidente Alberto Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos Torres en las matanzas de Barrios Altos (tres de noviembre de 1991), del penal Canto Grande (seis de mayo 1992) y La Cantuta (18 de julio de 1992). El oficial del Ejército en retiro, quien hasta ahora había guardado silencio sepulcral, revela que "Fujimori seguía el asunto (del terrorismo) paso a paso. Se enteraba y autorizaba y ordenaba los operativos. Le digo que hubo muchos. Digamos, algunos de rutina, o menores, pero el de Barrios Altos fue uno de importancia, y la orden vino desde arriba". De judicializarse la declaración categórica de Martin Rivas, contribuiría a implicar al ex presidente Fujimori y a su ex asesor en eliminaciones extrajudiciales y comprometería la situación de ambos.

Hay que señalar que, al mismo tiempo, el testimonio sorpresivo de Santiago Martin Rivas, recogido en el libro de Umberto Jara, intenta justificar a lo largo de sus 200 páginas, la estrategia antisubversiva de terrorismo de Estado -al que denomina "guerra no convencional", "guerra clandestina", "combate de baja intensidad" o "guerra sucia"-, concepción que se encarnó particularmente en la acción clandestina del grupo Colina. No obstante, Martin Rivas se resiste a admitir la existencia del grupo Colina con dicha denominación, se trata de una formalidad, si nos atenemos a sus declaraciones relacionadas con la conformación del comando criminal.



LA LÓGICA DE LA MUERTE




Para el el jefe de Colina, un escuadrón de aniquilamiento es estructurado de tal manera que recibe órdenes directas desde la más alta instancia. En el libro, Martin Rivas afirmaría que su formación se debería a la necesidad del régimen de Fujimori de demostrar ante el país eficacia contra el terrorismo. Martin Rivas argumentaría que a Fujimori no le quedaba otra opción que la de consentir un aparato clandestino bajo su estricto control, y que de la misma opinión era Montesinos, ya que era evidente el avance de Sendero Luminoso.

El autor de "Ojo por ojo", Umberto Jara, informaría hoy, en la presentación del libro, de la existencia de un disquete que contendrían las actas de dos reuniones decisivas: una mesa redonda del comando del Ejército con los jefes de las regiones militares y de las grandes unidades, y otra cita de los jefes de los servicios de inteligencia de los institutos armados y la policía. Ambas se llevaron a cabo en junio de 1991. En ellas se habría aprobado una política antisubversiva que consagró la conformación de un destacamento de operaciones especiales de inteligencia. Probable fundamento de la creación del grupo Colina.



LA "VERDAD" DE MARTIN RIVAS




Martin Rivas justificaría la "guerra sucia" alegando que en todo conflicto se producen bajas y que los militares reciben de la sociedad el encargo de combatir al enemigo, asumiendo el costo de los resultados. El problema surgió debido a que Fujimori y Montesinos no cumplieron con su palabra de explicar al país la lógica de esa estrategia.

Sin embargo, en lugar de honrar sus compromisos, el ex presidente y el ex asesor creyeron que responsabilizando al grupo de subalternos, que constituían el grupo Colina, se solucionaría el problema, se quejaría Martin Rivas y lo diría en tono de decepción ante Umberto Jara. Esa situación lo habría estimulado a decir su verdad al autor de "Ojo por ojo".

Recordaría que Colina no actuó por su cuenta, ni era un grupo de militares de desadaptados al margen de la línea de mando. Santiago Martín alegaría que si habría sido así no era difícil encerrarlos o desaparecerlos.



CÓMPLICES DESENMASCARADOS


"Si no lo hicieron, si se opusieron a las investigaciones y al final dieron una Ley de Amnistía es porque ellos, Fujimori, Montesinos y Hermoza, tomaban las decisiones", sostendría Martin Rivas en el libro.

La versión del mayor retirado sobre cómo impusieron la Ley de Amnistía demuestra las pruebas que el jefe del temido escuadrón puede guardar bajo la manga.

Fujimori, Montesinos y Hermoza prometieron al grupo Colina que en junio de 1995, antes del inicio del segundo mandato, se promulgaría la Ley de Aministía. El ex jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINTE), enviado por Fujimori, general Juan Rivero Lazo, les comunicó que habría una postergación del cumpli-miento de la promesa, lo que desató una crisis. La paciencia colmó a Martin Rivas y su grupo preso en el Cuartel Bolívar de Pueblo Libre. De inmediato, les alcanzó un proyecto de ley que había confeccionado copiando normas similares de otros países. Pero, además, acompañó el proyecto de un mensaje para el trío Fujimori, Montesinos y Hermoza.

Era una abierta amenaza. Martin Rivas habría comunicado al ex presidente que había distribuido sobres manila a personas de confianza que contenían los detalles de los operativos de Colina ordenados por Fujimori, y que tenían la instrucción de revelar el contenido si no se cumplía con la amnistía. "Nos vamos presos todos", habría advertido el ex jefe de la banda paramilitar.

La Ley de Amnistía no tardó en aprobarse y se publicó el 14 de junio de 1995. ¿Qué poder tan convincente tenían (o tienen) los documentos que guardaban esos sobres?



LA PRIMERA MASACRE



Las masacres de Barrios Altos y La Cantuta fueron parte de la política antiterrorista diseñada por Alberto Fujimori, admitió Santiago Martin Rivas en el programa "En la boca del lobo". Sobre la matanza de Barrios Altos, ocurrida el tres de noviembre de 1991 en una quinta del jirón Huanta, aparte de los detalles del hecho bastante conocidos, el testimonio de Martin Rivas aporta elementos relacionados con las motivaciones del mismo.

De acuerdo con la versión que se publicaría en "Ojo por ojo", el operativo de Barrios Altos fue una respuesta del Estado al atentado senderista contra los Húsares de Junín y no precisamente una acción para capturar sediciosos. Se estaba aplicando la política de responder con terror al terror.

Además, la masacre de Barrios Altos contenía un objetivo psicosocial. Enviar un mensaje a Sendero Luminoso indicándole que había sido descubierto uno de sus escondites, según Martin Rivas, porque en ese vecindario se habría planeado el ataque a los húsares.



LA MATANZA DE LA CANTUTA


Seguidamente, con toda claridad, Martin Rivas da a conocer los más altos niveles donde se decidió el secuestro del profesor y los nueve estudiantes de la Universidad La Cantuta.

En su testimonio precisaría que al día siguiente del ataque a Tarata lo llamaron a una reunión con la presencia de Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, Nicolás Hermoza y otras autoridades de la lucha contra el terrorismo, y que en la misma se habría decidido golpear nuevamente a Sendero Luminoso como ocurrió cuando se produjo la matanza de los húsares.

En esa cita, Martín Rivas habría informado que, de acuerdo con información de inteligencia obtenida por agentes infiltrados del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), los autores del brutal atentado en Tarata luego de la acción se escondieron en la residencia de la Universidad La Cantuta. En el libro "Ojo por ojo", Martin Rivas explicaría que la idea era replicar cada ataque terrorista con un golpe certero a sus militantes.

Lo novedoso en el testimonio de Martin Rivas sobre La Cantuta es la participación protagónica de jefes como el general Luis Pérez Documet, entonces al mando de la División de Fuerzas Especiales (DIFE), dentro de cuya jurisdicción se encontraba el centro universitario.

Explicaría que Pérez Documet tenía dentro de su jurisdicción a La Cantuta y que no se podía ejecutar ningún operativo sin su consentimiento o conocimiento. Y recordaría que éste dependía directamente de Hermoza, Montesinos y Fujimori, la línea de mando imperturbable hasta 1998. "¿De quién más podía recibir órdenes?", señalaríael jefe de Colina.

En agosto del 2002, el ex primer ministro Alberto Bustamante Belaunde afirmó que en una reunión privada Vladimiro Montesinos reveló que el general Pérez Documet le preguntó a monseñor Juan Luis Cipriani qué hacer con los restos de las víctimas de La Cantuta. Tanto el militar como el religioso rechazaron la versión, la que cobra otra vez actualidad con la versión de Santiago Martin Rivas.

El testimonio del jefe operativo del grupo militar, que también ha sido registrado en video por el periodista Umberto Jara, constituiría una evidencia más concreta sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por Alberto Fujimori, lo que complicaría su situación como refugiado en Japón. La versión de Martin Rivas cobrará más fuerza si entrega a la justicia la documentación con la que supuestamente chantajeaba a Fujimori, Montesinos y Hermoza, a cambio de la Ley de Amnistía que finalmente obtuvo para él y el resto de criminales.



Aniquilamiento selectivo


Hasta hoy no se sospechaba de la intervención directa que tuvo el entonces presidente Alberto Fujimori en el debelamiento del motín de Canto Grande, en mayo de 1992, con un saldo de 28 subversivos muertos, según versión del propio mandatario. La cifra, sin mayores explicaciones, fue aumentada a 35 en un reporte posterior del Ministerio del Interior.

Según el testimonio de Santiago Martin Rivas, contenido en el relato "Ojo por ojo", la acción no sólo fue de conocimiento sino que habría contado con la auto-rización del ex mandatario, previo planeamiento en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) con Montesinos a la cabeza.

Hasta aquí la policía había asumido solitariamente su responsabilidad en el asesinato selectivo, y se desconocía la intervención de contingentes de las Fuerzas Armadas, concretamente del grupo Colina. El detalle también lo ha sacado a luz Martin Rivas con su inesperado testimonio.

La intervención del grupo de operaciones especiales comandado por Martin Rivas, aprovechando el motín senderista, buscaba la eliminación selectiva y extrajudicial de los miembros del Comité Central del grupo terrorista presos en ese penal. Había catorce "cuadros" de ese nivel.

También diría Martin Rivas que la idea de la eliminación selectiva la planteó Montesinos, quien incluso presentó a Fujimori la lista de los cabecillas, a los fundadores de Sendero Luminoso y cercanos colaboradores de Abimael Guzmán Reinoso, presos en Canto Grande.

El objetivo fue descabezar a Sendero, darle un golpe mortal. Con una excepción. El plan "Mudanza 1", como se denominó al operativo, previó dejar con vida, según relata Rivas, al cabecilla senderista Osmán Morote Barrionuevo. Se sabía de sus discrepancias con Guzmán Reinoso, y se trató de sacar provecho de ellas, salvándole la vida para después cobrarle la factura.

"Mudanza 1" se inició en la madrugada del miércoles 6 de mayo de 1992 con la apertura de un boquete en el pabellón de damas 1-A. Las senderistas, contando con la ayuda del pabellón de varones con el que se comunicaban por un túnel, ofrecieron tenaz resistencia.

Hubo enfrentamiento armado y varias detonaciones de cargas de dinamita, hasta que los subversivos se rindieron el sábado 9, después de cuatro días de combate.

Cuenta Rivas que a las diez de la mañana del domingo siguiente -tal como se había planeado-, aún con un fuerte olor de pólvora en el ambiente, el presidente Alberto Fujimori entró en escena.

Entre los terroristas eliminados selectivamente en esa ocasión se encuentran el llamado "delfín" de Guzmán, Hugo Juárez Cruzatt, el dirigente de la Asociación de Abogados Democráticos, Tito Valle Travesaño, las cabecillas de Socorro Popular del Perú, Yovanka Pardavé Trujillo y Elvia Zanabria Pacheco, y la directora de "El Diario" Janet Talavera Sánchez, entre otros.

Y, en efecto, se salvó Osmán Morote. Para Guzmán resultó particularmente dolorosa la eliminación de los dirigentes históricos, sobre todo de Juárez Cruzatt, ya que tenía previsto que él lo sucedería en caso cayera preso o lo mataran.

Martin Rivas aseguraría que el crimen selectivo de los dirigentes terroristas tuvo la aprobación personal de Alberto Fujimori, lo que implica su participación en ejecuciones extrajudiciales.





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Informe señala que Fujimori ordenó en 1997 matar a todos los terroristas del MRTA
PiuraWeb Noticias
diciembre, lunes 10, 2007


PIURAWEBCORRESP.- Washington (EFE)
.- El ex presidente peruano Alberto Fujimori ordenó durante su gobierno a las fuerzas de seguridad que mataran a los terrorista que ocuparon la residencia del embajador de Japón en Lima a finales de 1996, según un documento de EE.UU. divulgado hoy.

El Archivo de Seguridad Nacional (ASN), un grupo de estudio que busca y divulga documentos clasificados como secretos, publicó hoy la copia de un mensaje de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA, en inglés), fechado el 10 de junio de 1997, en el que se menciona la orden.


El mensaje, según la copia, se envió a la oficina central de esa agencia de espionaje del Pentágono, al Comando Sur del Ejército de EE.UU. que entonces estaba en la Zona del Canal de Panamá, a la Casa Blanca y al Departamento de Estado.


"El presidente Fujimori ordenó que no se tomaran prisioneros", señala el documento que el ASN atribuyó a la DIA. "Por esta razón, aun los miembros del MRTA que fueron capturados vivos no sobrevivieron a la operación de rescate", agrega.


El documento hace referencia al comando del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) que el 17 de diciembre de 1996 ocupó la embajada japonesa en Lima, donde mantuvo a decenas de rehenes durante cuatro meses hasta que el 22 de abril de 1997 la sede diplomática fue tomada por las fuerzas del gobierno.


Las fuerzas especiales que llevaron a cabo la operación rescataron con vida de 71 de los 72 secuestrados, pero murieron dos militares y los 14 secuestradores.


El documento de la DIA describe las circunstancias en que murieron el miembro de MRTA Roli "el árabe" Rojas y una compañera en el predio de la embajada japonesa.


"Después que las tropas entraron al predio y estaban en el proceso de conducir a los rehenes afuera de la residencia del embajador, uno de los soldados reconoció a Rojas, que no llevaba armas, y caminaba junto con los rehenes hacia afuera de la casa", indica el texto, y añade: "el soldado detuvo a Rojas y lo llevó de nuevo adentro de la residencia".


"Un soldado le disparó a Rojas en la cabeza con una ráfaga de un arma automática. La intención del soldado había sido disparar sólo una bala a la cabeza de Rojas", según el documento.


El texto añade: "una mujer, también integrante del MRTA, fue ejecutada por un soldado durante la operación después de que ella se había rendido".


Otros documentos divulgados por ASN muestran detalles sobre dos casos por los cuales hoy comenzó a ser enjuiciado Fujimori en Perú: el secuestro y desaparición de nueve estudiantes y un profesor en la Universidad La Cantuta, en julio de 1992, y la matanza de 15 militantes y un niño de ocho años en Barrios Altos, en noviembre de 1991.


"El enjuiciamiento de Alberto Fujimori es un hito en la historia del movimiento de los derechos humanos en América Latina", dijo Peter Kornbluh, analista de ASN, quien definió el proceso como "un paso muy importante hacia la verdad y la justicia en Perú y en el hemisferio occidental".


En otro documento revelado, enviado por la embajada de EE.UU. en Perú y fechado el 22 de enero de 1993, se describe la relación, estrecha y complicada entre Fujimori (1990-2000) y su asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos.


El autor del documento señala que si bien Fujimori entendía la importancia de los derechos humanos, en la práctica "está dispuesto a sacrificar los principios para alcanzar una victoria rápida sobre el terrorismo".


Fujimori "está absolutamente comprometido con la destrucción de Sendero Luminoso y el MRTA dentro de su mandato de cinco años y está dispuesto a tolerar cualquier método para alcanzar esa meta", señala el texto.


Otro documento de la embajada estadounidense, fechado el 30 de junio de 1994 y que consta de 29 páginas, contiene el testimonio de un ex oficial del Ejército peruano que describe su papel en asesinatos, ataques con bombas, violaciones sexuales y torturas.


El ASN indicó que este mensaje "es una de las descripciones más detalladas de las violaciones de derechos humanos jamás transmitidas por la embajada de EE.UU., y detalla la historia de abusos promovidos por el Estado desde mediados de los años 80 hasta mediados de los 90 en Perú, incluidos los mandatos de (Alan) García y Fujimori".

Fujimori afirma que desconocía existencia de grupo Colina

El ex presidente Alberto Fujimori negó haber tenido conocimiento de la existencia del grupo paramilitar Colina, el cual habría iniciado su actividad en el año 1992, época en la que el ex mandatario y su familia vivían en el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), llamado Pentagonito.

“Le puedo dar una respuesta clara e indubitable: No, nunca, jamás”, afirmó ante la pregunta fiscal durante el segundo día de juicio oral que se le sigue al ex presidente por delitos contra los derechos humanos.

Sobre Vladimiro Montesinos

No recuerda quien le presentó a su ex asesor, Vladimiro Montesinos Torres, pero señaló que este fue quien lo vinculó a los militares que fueron parte de su gabinete ministerial, encargados de la lucha contra el terrorismo.

Aclaró que con Vladimiro Montesinos sólo mantenía un vínculo de tipo jerárquico funcional, no del tipo amical.

¿Qué funciones cumplía Montesinos?, preguntó el fiscal supremo José Peláez.Fujimori Fujimori precisó que el ex asesor presidencial, tras defenderlo legalmente por casos de denuncias patrimoniales, le presentó a un grupo de integrantes de las Fuerzas Armadas -entre ellos a los generales Kevin Vidal, Jorge Torres Aciego y Alfonso Alvarado Fournier.

Recordó que su primer gabinete fue presidido por Juan Carlos Hurtado Miller a quien le consultó la posibilidad de nombrar a Montesinos Torres como jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), pero este le recomendó colocarlo en un segundo plano, como asesor legal o sub jefe del SIN.

Segundo día de juicio oral

Se inició el segundo día de juicio oral contra el ex presidente Alberto Fujimori. La Sala Penal Especial de la Corte Suprema continúa el proceso judicial por violaciones a los derechos humanos, suspendido el pasado lunes cuando el ex presidente de la República (1990-2000) sufrió una crisis de hipertensión.

César San Martín, preside el tribunal que juzga al ex jefe de Estado, en la Sala de Audiencias acondicionada en la sede de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales (Dinoes), distrito de Ate Vitarte.

El presidente de la Sala pidió a Fujimori Fujimori concreción, respuestas directas y dirigidas a quien lo interroga al rendir su declaración.

El fiscal supremo José Peláez- quien pidió 30 años para el ex mandatario- consideró que la exaltada primera intervención de Fujimori, alegando su inocencia, mostró que el proceso inevitablemente tendrá desviaciones políticas.

Durante los primeros minutos del segundo día de juicio oral, Fujimori Fujimori explicó que sus diferentes nombres se deben a versiones periodísticas. Indicó que fue inscrito como Alberto Fujimori Fujimori pero, por su doble nacionalidad, en Japón su nombre es Kenya Fujimori “a secas”.

El interrogatorio fiscal

El interrogatorio se inició y el fiscal supremo José Peláez solicitó que el escritorio del ex presidente Alberto Fujimori se ponga de costado para poder tener contacto visual directo con el acusado y este se dirija directamente a él mientras responde el pliego de preguntas.

Explicó que al inicio de su gobierno, en el año 1990, su prioridad era el tema económico, mientras que el segundo objetivo de su plan era la pacificación.

No recuerda si Francisco Loayza o Santiago Roca le presentaron a Vladimiro Montesinos, pero su vínculo se inició tras la primera vuelta. Indicó que no sólo acudió a él como experto en inteligencia sino porque al pasar a la segunda vuelta electoral aparecieron muchas denuncias patrimoniales en su contra “y Montesinos Torres le brindó sus servicios legales, con resultados exitosos”.

Doble política

Sobre la acusación de mantener una “doble política, precisó que la pacificación requería recursos, por lo tanto hizo énfasis en la estabilización de la economía durante la primera parte de su gobierno.

“Yo tomaba decisiones políticas para aplicar directivas, yo no ordeno. Yo daba directivas para hacer, en este caso, una inteligencia efectiva”, dijo.

Indicó que Julio Salazar Monroe era el presidente del Sistema de Inteligencia Nacional (SIN) mientras que el asesor, con conocimiento del tema, era Vladimiro Montesinos Torres.

Asimismo reunió a los servicios de inteligencia de cada una de las Fuerzas Armadas, formando el Servicio de Inteligencia Militar, con el apoyo de los altos mandos militares y la presidencia de la República. Como jefe del Sistema de Defensa Nacional se reunía con este grupo de trabajo en donde Montesinos Torres era sólo un integrante más.

Afirmó que su trabajo se realizaba en exteriores, “despachando” en oficina sólo en las noches, de 12 a.m. a 3 a.m., momentos en los cuales se reunía con Vladimiro Montesinos.

lunes, 10 de diciembre de 2007


Juicio acapara interés de la prensa mundial


Alberto Fujimori responde desde este lunes ante la justicia peruana por dos matanzas que dejaron 25 muertos y dos secuestros, en un histórico juicio que se celebra en Lima, donde podría ser condenado a 30 años de prisión, informa un cable de la AFP.

El ex presidente, de 69 años, comienza a responder a las 10H00 locales (15H00 GMT) por dos masacres en Lima, la de Barrios Altos (15 muertos en 1991) y la de la Universidad de La Cantuta (10 muertos en 1992), perpetradas por el grupo paramilitar Colina.

La acusación buscará establecer que Fujimori aprobó esta acciones, que se presentaron en el marco de la lucha contra las guerrillas de Sendero Luminoso y el MRTA. El jefe militar del grupo Colina, Santiago Rivas, ha acusado a Fujimori como autor intelectual de estas acciones.

El ex mandatario también deberá responder por los secuestros de un periodista y un empresario opositores en los sótanos del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE).

El proceso permite ver a Fujimori por primera vez desde que llegó extraditado desde Chile el 22 de setiembre. El ex mandatario está desde entonces recluido en la Escuela de las Fuerzas Especiales de la Policía (Diroes), al este de Lima, lugar del juicio, que será público.

La defensa de Fujimori, que encabeza el abogado César Nakazaki, ha explicado que su estrategia será demostrar que las imputaciones contra el ex mandatario por parte del ex jefe militar del Grupo Colina no son creíbles pues con ellas busca beneficiarse.

Se ignora si Fujimori hará uso de su derecho a guardar silencio durante el proceso, delegando en su abogado Nakazaki sus intervenciones. Una situación semejante se vivió en los juicios a su ex brazo derecho Vladimiro Montesinos, y al líder de la guerrilla Sendero Luminoso, Abimael Guzmán.

El tribunal sesionará tres veces por semana y ha garantizado un proceso justo y transparente con acceso a la prensa. La Fiscalía pidió 30 años de cárcel e indemnizaciones que sobrepasan los 33 millones de dólares.

Además del proceso por derechos humanos Fujimori deberá responder ante la justicia por cinco casos de corrupción. Cuatro de estos procesos se iniciarán en fecha aún por determinar y un quinto, por allanamiento, se realizó de forma abreviada y recibirá su fallo este 11 de diciembre, según la justicia.

En Perú las penas no son acumulativas, por lo cual en caso de ser condenado, Fujimori sólo cumplirá la pena más alta que se le haya impuesto.

Mientras los familiares de víctimas realizaron el domingo una concentración para demandar justicia, este lunes unos 30 manifestantes se juntaron cerca de la sede de la Diroes en favor del ex mandatario, con carteles que decían "Fujimori, gracias por la paz" o "Fujimori, libertad".

El congresista fujimorista Carlos Raffo, señaló al ingreso del sitio del juicio que el proceso contra el ex mandatario "es un triunfo de Sendero Luminoso pues se lleva a la justicia a quien derrotó el terror de la guerrilla".

Fujimori gobernó entre 1990 y 2000 cuando renunció a su mandato vía fax desde Japón, donde se refugió los siguientes cinco años. Posteriormente viajó a Chile en noviembre de 2005. Allí fue detenido y extraditado a Perú en setiembre pasado.

Afp


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Fujimori: el presidente que expolió Perú y huyó a Japón


Cuando Alberto Fujimori venció en las urnas en 1990 al consagrado escritor Mario Vargas Llosa y se convirtió en presidente de Perú era un desconocido. Diez años después los escándalos de corrupción quedaron como su legado más significativo.

En el 2000 y tras diez años en el poder, Fujimori huyó a Japón para vivir un exilio dorado de cinco años que concluyó en noviembre pasado con su viaje a Chile y su posterior detención.

El origen de Fujimori es humilde, pero pronto destacó en los estudios. Nació el 28 de julio de 1938 en Lima, en el seno de una familia de emigrantes japoneses. En 1960 se licenció en Ingeniería Agrónoma como número uno de su promoción e inició una vida dedicada a la cátedra en la Universidad Agraria de Lima, donde llegó a ser rector.

Cuando alcanzó la Jefatura del Estado en 1990, se topó con un país quebrado social y económicamente, con una inflación superior al 7.000% y amenazado por la acción terrorista de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA).

En abril de 1992 disolvió el Congreso y la Judicatura y asumió poderes absolutos, un año después se aprobó la nueva Constitución por referéndum, que entre otras facultades le otorgó el derecho a la reelección. Así concurrió de nuevo a las elecciones en 1995 y venció al ex secretario general de la ONU Javier Pérez de Cuéllar.

Cinco años después, en abril de 2000 volvió a presentarse de nuevo a los comicios presidenciales y ganó a Alejandro Toledo, quien rechazó presentarse a la segunda vuelta al denunciar fraude en el proceso electoral. Aquella situación dio paso a una convulsión social que llegó a su culmen cuando salió a la luz una gran trama de corrupción liderada por el ex asesor presidencial Vladimiro Montesinos.

Huida a Japón

Acosado por los escándalos de corrupción, en octubre de 2000 Fujimori aprovechó su asistencia en Brunei al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) para huir a Japón, donde días después anunció su dimisión por fax. Durante su estancia en el país asiático, el Gobierno peruano intentó, sin éxito, en varias ocasiones su extradición.

Pero en noviembre de 2005 Fujimori viajó a Chile con el anunciado propósito de trasladarse a Perú y presentarse a las elecciones presidenciales. Nada más llegar a Santiago fue detenido a petición de las autoridades peruanas, que inmediatamente presentaron la solicitud de extradición del ex gobernante.

Alberto Fujimori está acusado de corrupción, hurto al Estado, pero también de varios delitos de lesa humanidad por la desaparición y muerte de un buen número de personas, entre ellas estudiantes y profesores de la universidad La Cantuta.

Durante su gestión, logró la captura de la cúpula de Sendero Luminoso (1992) y afrontó un conflicto bélico con Ecuador (1995), así como un secuestro masivo en la residencia del embajador japonés por el MRTA, que duró 126 días y concluyó en abril de 1997 con un operativo militar que aniquiló a los rebeldes.

Al desestimar las autoridades electorales su candidatura para los comicios del 9 de abril de 2006, por la inhabilitación que le había impuesto el Congreso, los fujimoristas se congregaron en torno a la formación 'Alianza por el Futuro', liderada por Martha Chávez, quien quedó cuarta en los últimos comicios.

Fujimori se casó en segundas nupcias el pasado 6 de abril con la empresaria japonesa Satomi Kataoka, aunque en la distancia, ya que los documentos se registraron en Japón, mientras él estaba detenido en Chile.

El ex mandatario estuvo casado antes con Susana Higuchi, con quien tuvo cuatro hijos: Keiko Sofía, que ejerció como primera dama tras el divorcio de sus padres en 1995; Hiro Alberto, Sachi Marcela y Kenyi Gerardo.

Precisamente su hija Keiko, casada con un estadounidense, obtuvo un escaño en los pasados comicios legislativos, ya convertida en la nueva líder del 'fujimorismo' en Perú.
Efe

Caos y desconcierto en inicio de juicio a Fujimori


El caos en la organización y el desconcierto entre los testigos y los periodistas marcó el inicio del juicio a Alberto Fujimori por violaciones a los derechos humanos, donde simpatizantes y detractores del ex presidente compartieron incómodos un reducido espacio para seguir el proceso.

Unas cinco horas antes del inicio de la audiencia, programada para las 10.00 hora local (15.00 GMT), los periodistas comenzaron a llegar a la sede de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía, al este de Lima, donde está recluido Fujimori desde su extradición de Chile, el pasado 22 de setiembre.

Con bombos y con pintas en la cara de color naranja, así como con camisetas en las que se leía 'gracias, Chino', como se le conoce al ex presidente, una treintena de sus simpatizantes intentaba animar a su líder desde el exterior de la sede policial, con la difusión por altavoces de música de sus antiguas campañas electorales.

Resguardada por agentes antidisturbios, la entrada de los periodistas y del público autorizado al recinto se realizó en medio del descontrol para registrar las identidades, desorganización que se repitió al entrar a la sala del juicio y a la zona de prensa.

En la primera jornada de este juicio por las matanzas de Barrios Altos (1991) y La Cantuta (1992), las más emblemáticas del régimen fujimorista, y por las detenciones ilegales del periodista Gustavo Gorriti y el empresario Samuel Dyerm, se presentó a casi medio centenar de testigos.

Este momento fue el culmen del caos, ya que las autoridades judiciales se vieron obligadas a llamar a los testigos sin verificar sus identidades, porque no contaron con que éstos debieron dejar sus documentos en los controles de entrada a la sede policial.

Los testigos, entre ellos el ex vicepresidente Máximo San Román, el ex director de la Policía Antonio Ketín Vidal, el ex jefe del servicio de inteligencia Julio Salazar Monroe, y el ex comandante de la División de Fuerzas Especiales del Ejército (DIFE), Luis Pérez Documet, así como los sobrevivientes de la matanza de Barrios Altos (1991), se miraban desconcertados sin saber qué hacer o a dónde ir.

Una soterrada tensión reinó también entre el público asistente, congregado en un reducido espacio, compartido por los familiares de las víctimas de los crímenes de lesa humanidad que se atribuyen a Fujimori y los familiares y simpatizantes del ex presidente, además de defensores de derechos humanos, observadores y periodistas.

Con vestimenta humilde y hasta con trajes andinos, se sentaron a un lado los deudos, arropados por los defensores a los derechos humanos, a los que los conservadores denominan 'izquierda caviar'.

Al otro, en traje sastre y alrededor de la hija mayor del acusado, la legisladora Keiko Fujimori, se sentaron el empresario Germán Kruger, el 'mecenas' del ex presidente, y varios legisladores de la fujimorista Alianza por el Futuro.

No intercambiaron miradas hasta que el ex presidente Fujimori rechazó exaltado las acusaciones en su contra, tras afirmar que él defendió los derechos humanos de los peruanos, lo que motivó el aplauso de sus simpatizantes y la indignación de sus detractores.

La intervención de Fujimori rompió con una tediosa sesión que se escuchó con mucha dificultad en la sala por problemas de audio y que fue matizada por el debate en torno a la solicitud de un ordenador portátil para el ex gobernante por parte de su defensa.

Tras escuchar los alegatos de las partes, San Martín señaló que el asunto será puesto a consideración y se analizará el régimen penitenciario al que Fujimori está sometido para adoptar una decisión.
Efe
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Fujimori perdió los papeles


“Rechazo los cargos, totalmente, soy inocente y no acepto esta acusación fiscal”, afirmó Alberto Fujimori al responder a las imputaciones en el inicio del juicio que se le sigue por casos de violación a los derechos humanos. Imágenes: Fujimori se desespera.

Durante su intervención el ex mandatario fue llamado al orden por el presidente de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema, César San Martín.

El ex mandatario aseveró, con la voz en alto, no ser responsable de la violación de derechos humanos en su gobierno, sino que por el contrario defendió los de la población peruana frente al terrorismo.

“A raíz de mi gobierno se rescata los derechos humanos de 25 millones de peruanos, sin excepción alguna. Si se cometieron algunos hechos graves los condeno, pero no fueron orden de quién habla”, manifestó en su defensa.

El ex mandatario aseguró que en 1990, al asumir la presidencia de la República, el país estaba casi en colapso.

“Con el país desangrándose, 50 por ciento del territorio controlado por esas huestes terroristas, 560 comisarías replegadas y las fuerzas armadas sin armas”, anotó.

Tras llamarlo al orden, el presidente de la Sala, César San Martín, le recordó a Fujimori que tiene que respetar las directivas del tribunal y limitarse a pronunciarse puntualmente de los cargos que se le imputan.

“Acusado Fujimori, aquí mando yo. Tiene usted que respetar las directivas del tribunal, hemos sido sumamente amplios. Usted va a tener la oportunidad de responder todas las preguntas y al final hacer toda la exposición que tiene por conveniente”, expresó San Martín.

Tras disculparse ante la sala por este hecho, Fujimori pidió admitir sus declaraciones en el proceso que se le sigue.

“Yo agradezco por haberme dado esta oportunidad de exponer brevemente lo que va a hacer mi defensa que naturalmente será en base a pruebas y no en base indicios o sospechas y presunciones”, refirió Fujimori.